El cantaor Antonio Tovar Ríos, más conocido por el nombre artístico del Niño de laCalzada, o el de la Calzá, nació en Sevilla el 27 de mayo de 1913, donde murió el 22 de junio de 1981.
Su apodo artístico proviene como a muchos otros, del barrio donde nació, del barrio de la Calzada, popularmente la Calzá, barrio anclado en la zona de la parte izquierda (en dirección hacia las afueras de Sevilla) de la antigua calle Oriente, hoy Luis de Montoto.
Como todos los grandes mitos de flamenco, Antonio fue un niño prodigio, porque aunque haya quien ha afirmado que a cantar se aprende, si no se tiene una voz extraordinaria o un enorme sentido del compás no se llega a ser un artista reconocido.
Fue un fandanguero excepcional. El fandango por él creado tiene una calidad y jondura inigualable, y es de seguro uno de los más hermosos fandangos naturales que se conocen. Tiene ecos de soleá y seguiriya lo que le da una inusual grandeza y lo dota de una exquisita pureza.
También es, sin lugar a dudas, el más interpretado por los artistas de todas las épocas. Actualmente es el fandango más cantado por las grandes figuras del flamenco.
Pero además Antonio también acometió otros tipos de cantes, donde evidenció su extraordinaria calidad de voz y su buen compás. Si para muestra vale un botón como dice el refrán popular, escúchenle la bulería de Mi jaca o el cuplé de Limón limonero donde da fe de lo escrito.
Antonio queda huérfano a los pocos años de edad y tiene que ganarse la vida cantando por las tabernas de la capital sevillana y de los pueblos limítrofes. En 1927 ganó un concurso de cante flamenco en Sevilla. El jurado estaba compuesto por Manuel Torre y el Niño Gloria, siendo el premio una moneda de oro.
Dotado de una bella voz que conquista a quien le oye, recorre Andalucía en varias giras durante los años cuarenta, hasta que en 1948 llega a Málaga donde logra gran fama con sus actuaciones radiofónicas. Esto le lleva a Madrid para intervenir en el Circo Price al lado de grandes cantaores y guitarristas del momento (Sabicas, Manolo de Badajoz, Niño Ricardo entre otros). Llegó a grabar varios discos, lo que ha permitido que su cante llegue a nuestros días.
Poco a poco adquiere una ferviente admiración entre todos los buenos aficionados. Hace grabaciones discográficas muy importantes, donde demuestra todo su arte y sabiduría, su forma única de expresar el cante, creando su estilo tan personal que ha sido copiado por muchos artistas del mundo del flamenco.
Su discografía, aunque poca, fue lo suficiente para que se pudiera apreciar su gran estilo y bien decir del cante, sobre todo los fandangos. En el año 1977 se le tributa un merecido homenaje en Triana y otro, tres años más tarde, en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Como casi todos los flamencos de esta época, el final de su vida no es demasiado halagüeño y termina sus días regentando un quiosco de prensa y chucherías.